Saint Seiya, conocido por la gran mayoría de occidentales como Caballeros del Zodiaco, nos presenta a un grupo de muchachos huérfanos que han sido escogidos para convertirse en Santos y proteger a la diosa Atena. Los Santos usan armaduras que resguardan sus cuerpos y resuenan con la energía interior que habita en ellos, el cosmos. Cada Santo posee una armadura acorde a su constelación guardiana, y las hay de distintos materiales, los cuales varían de acuerdo al rango del Santo: Bronce, plata, oro, etc. Existen versiones más poderosas y místicas, reservadas para quienes logran alcanzar los rangos supremos, cercanos a los dioses.
Originalmente, son cinco los Santos que se convierten en los principales guardianes de Atena: Seiya de Pegaso (el líder), Shiryu de Dragón (el honorable), Hyoga de Cisne (el cabeza fría), Shun de Andrómeda (el sensible), e Ikki de Féniz (el renegado). Estos muchachos han sobrevivido a innumerables combates contra los más peligrosos enemigos de la diosa de la guerra y sabiduría. Y han logrado ascender a los rangos superiores, al punto de usar armaduras divinas.
No obstante, existió un sexto Santo de bronce: Mei de Coma Berenices. Este Santo aparece en la novela Gigantomachia, cuyos autores son Tatsuya Hamazaki y Masami Kurumada. En la novela, Mei es el primer nacido del grupo de los cien niños enviados al Santuario para convertirse en Santo. Pero a diferencia de los demás, Mei se queda en Sicilia, su campo de entrenamiento. Su maestro es Máscara de Muerte, Santo dorado de Cáncer. En la novela, Mei enfrenta a Tifón, el último titán Gaia, en una lucha a muerte.
Mei utiliza la armadura de Cabellera de Berenice. Ésta es de color negro, cuyo material parece ser capaz de absorber la luz. Además, no está hecha de bronce, plata u oro. El objeto tiene la forma de una mujer esbelta con los cabellos sueltos portando una tiara y escudos en los hombros similares a alas de cuervo. Mei lucha utilizando unos filosos y sólidos hilos, tan fuertes como el oricalco, y su técnica distintiva se llama Lost Children.
Cabe mencionar que Mei es el verdadero hijo de Mitsumasa Kido, y por tanto, heredero de su fortuna. Mei renunció a su posición y legado para convertirse en Santo al saber que los otros niños del orfanato serían enviados a varios lugares del mundo para entrenar de acuerdo a la voluntad del Santuario.
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